A estas alturas de finales de Agosto lo normal es que las familias se estén planteando lo que será el inicio del próximo curso académico, estén pensando en posibles actividades a las que apuntar a sus hijos, e incluso sientan, por qué no, una cierta melancolía por el descanso vacacional que va llegando a su fin.
Sin embargo, y a diferencia de años anteriores este curso 2020 – 2021 se verá seguramente afectado en su devenir habitual por esta pandemia que padecemos y que tanto daño e incertidumbre está ocasionando a todos. Evidentemente traerá consigo un altísimo grado de inseguridad no sólo en lo académico, sino también en el plano personal y familiar.
Posibles clases online, asistencia semipresencial, exámenes que no se sabe muy bien en qué formato se van a desarrollar, confinamientos, profesores que pueden causar baja en cualquier momento… todo un enjambre de inseguridades que como es lógico afectarán al desarrollo habitual del curso académico.
De cualquier forma, con independencia de cómo verdaderamente luego se desarrolle, siempre será necesario potenciar la figura que otro año más será la auténtica protagonista del curso; el estudiante.
Y es que éste por todos los condicionantes anteriormente expuestos deberá afrontar el próximo curso más predispuesto que nunca, será necesaria su verdadera implicación académica para solventar todas aquellas posibles circunstancias que desconocidas hasta el momento se le vaya presentado.
Extraño próximo inicio de curso, cierto; pero hay algo que debe imponerse a todo, ocurra lo que ocurra, «la fuerza de voluntad del estudiante para superarlo». Ante ello no hay virus que venza la ilusión de sacar el próximo curso con la mejor nota posible.
Reforzar dicha fuerza de voluntad y acompañarla de un método para aprender a estudiar con garantías será sin duda pese a las circunstancias sinónimo de éxito.
