Muchas personas consideran que todo estudiante tiene la obligación y responsabilidad de sacar sus estudios adelante con independencia del posible grado de dificultad que éstos le puedan suponer. Esta percepción es del todo real y debe ser así. Cualquier estudiante ha de ser consciente que lo que debe ocuparle es formarse e ir a por los máximos logros académicos que pueda.
Debe pues el estudiante dominar para ello cuestiones como su grado de concentración, planificación, formas de trabajar las diferentes materias, estrategias de memorización o control de los exámenes. Si efectivamente el estudiante se maneja de forma adecuada en estas variables intervinientes del estudio posiblemente logrará sus objetivos.
Pero ¿y si controla todas esas cuestiones y a pesar de ello no logra los objetivos deseados? esta circunstancia nos puede llevar a determinar que no sólo el empleo de su método de estudio puede ser suficiente para alcanzar los resultados que desea, sino que presumiblemente su estudio pueda estar viéndose afectado por otros aspectos.
En este sentido, y a poco que se indaga en el estudiante éste puede indicar que sí que estudia adecuadamente, pero que también su pensamiento, su mente se encuentra absorbida por alguna preocupación ajena al estudio, influyendo ésta en su calidad del tiempo dedicado al estudio.
Cuando esta eventualidad se da es necesario tener un tiempo para escuchar y comprender al estudiante, dado que posiblemente necesitará escuchar unas palabras que le transmitan tranquilidad u optimismo sobre aquello que le preocupa.
Estudiar es estudiar, pero a veces no es todo el estudio y se necesita de un apoyo emocional que cualquier familiar o amigo puede dar si se trata de algo a priori fácil de abordar. De cualquier forma, si se da el caso y esa escucha o consejo no es suficiente es aconsejable acudir a psicólogos expertos en técnicas de estudio y terapia que sepan ayudar y guiar al estudiante emocionalmente necesitado.
