En el mundo del estudio y en general en cualquier circunstancia de la vida, la mente, nuestra forma de ver las cosas o de estimar cómo nos van a ir ciertos acontecimientos, pueden marcar de una forma importante nuestro abordaje posterior de aquello a lo que nos enfrentamos.
En el estudiante es éste un factor de vital importancia; podemos encontrarnos básicamente a tres tipos de estudiantes:
- El estudiante positivo: hablamos de un estudiante que afronta sus exámenes con confianza en lo que ha estudiado, en cómo ha trabajado. Es un estudiante habitualmente tranquilo, que no se deja llevar fácilmente por el estrés o nerviosismo, sino que simplemente cree que puede alcanzar sus objetivos y va con seguridad a por ellos.
- El estudiante negativo: en este caso hacemos mención a un estudiante que aborda con escaza confianza el resultado a lograr. Es un estudiante que suele, bien dejarse llevar por «la ansiedad», o bien, por «la tranquilidad» que a algunos le aporta verlo todo muy difícil.
- El estudiante que se considera «realista»; este tipo de estudiante suele ser una persona que no se altera mucho por sus exámenes, mantienen que si se sabe los conocimientos correspondientes se sabrán las preguntas del examen, y si no se los sabe admiten con total tranquilidad la posibilidad de llegarlo a suspender.
Es muy importante que cada estudiante sepa realmente manejar su forma de pensar que tiene, y si es necesario reconducirla.
Así, el estudiante positivo debe tener cuidado con el exceso de confianza, pues corre el riesgo de que dicho positivismo le juegue una mala experiencia.
El estudiante negativo, ha de darse cuenta que esa negatividad suele ser más dañina que otra cosa, que sólo le lleva a pasarlo mal y a incrementar la inseguridad en sí mismo y en su forma de estudiar.
Por su parte, el estudiante realista ha de mantenerse equilibrado en sus pensamientos respecto a los exámenes, pero siempre con el cuidado de saber dedicar al estudio el tiempo y la concentración que le requiere aquello que tiene por delante. Debe cuidarse pues de que «su realismo» no se convierta peligrosamente en un estado de indiferencia que todo lo justifique.
La mente es pues esencial en cualquier momento y aspecto de la vida de la persona, pero especialmente adquiere importancia en la etapa académica. Dejarse guiar y asesorar sobre cómo manejar esta importante cuestión, no deja de ser una muy buena opción siempre y cuando el estudiante se ponga en manos de psicólogos colegiados especializados en estrategias de estudio.