Bien es sabido que existen múltiples recursos para aprender a estudiar, recursos que se pueden encontrar en libros, cursos específicos, internet… todos y cada uno de ellos cargados de diversas estrategias efectivas.
Sin embargo, habría que plantearse si todos esos recursos que puede encontrar cualquier estudiante son efectivos para sí mismo; la respuesta a tal planteamiento es clara, no. Y es no porque no todo le sirve a todos los estudiantes.
Hoy día es fundamental personalizar, lo genérico puede servirle a un estudiante y serle de gran utilidad, o puede por el contrario verlo como un recurso que no se ajusta a su forma de ver y entender los estudios. Es esto último la esencia del verdadero aprendizaje de las técnicas de estudio.
Es necesario ponerse en el lugar de cada estudiante para ver y analizar su forma de entender su propio estilo de estudio y la realidad académica a la que se enfrenta. La combinación de ambos factores será fundamental para ofrecerle una técnica de estudio adaptada y personalizada.
Por ejemplo, no es lo mismo cómo cada uno «pierde la concentración»; según sea el factor desencadenante habrá técnicas más apropiadas a su persona que otras, lo mismo podemos hablar de la planificación ¿funciona ese estudiante mejor con presión o sin presión?, habrá pues que transmitirle estrategias con las que se identifique y se ajusten entre otras a esa cuestión de presión. Igual ocurrirá con la forma en que se trabajan los textos, se memoriza, o se afrontan los exámenes.
En definitiva, cada persona es única, y por lo tanto cada estudiante es único. Por ello aprender técnicas de estudio es esencial, pero lo verdaderamente importante es saber personalizarlas a cada estudiante como individual que es.
