Estudiar para algunas personas puede ser entendido simplemente como ponerse delante del libro, comprender lo que está en ese momento trabajando y retener lo esencial de dicha información de cara exponerlo en el examen correspondiente. Esta concepción que algunas personas defienden del estudio responde a una visión simplista del mismo, pues estudiar requiere mucho más.
Es evidente que hay que comprender y memorizar, pero no sólo eso, hay que conocer necesariamente técnicas de estudio que el estudiante perciba como suyas, propias, en las confíe y facilite evidentemente su estudio. Para ello es esencial saber concentrarse y motivarse, planificar, trabajar textos y procedimientos, memorizar de forma eficiente y controlar tanto los factores influyentes en un examen como la propia prueba en sí.
Si todo lo anterior es importante no menos lo es otro factor que juega un papel fundamental en cualquier aspecto de la vida y evidentemente en el estudio, nos referimos al aspecto mental.
Este aspecto mental es necesario saber manejarlo si es de carácter negativo, o saberlo aprovechar si es de carácter positivo. Su repercusión es muy determinante en el resultado final del estudio.
Pensemos en simplemente en cuatro de las variables más cotidianas, influenciables o con repercusión en el estudio:
- Pensamientos; no es lo mismo ver el estudio con negatividad que con positividad. Evidentemente dependerá de cómo se trabaje y se lleve de preparada la materia, pero es indiscutiblemente una variable a controlar. El que lo ve negativo habiendo estudiado seguramente estará siendo injusto consigo mismo y sea su temor quien hable por él. El que lo vea positivo es un gran punto a su favor, pero debe también tener cuidado y controlar el posible exceso de confianza.
- Experiencias pasadas; van a tener sin lugar a duda un peso importante y se van a constituir como referencias. Saber manejar las negativas como aquello a evitar nuevamente analizando errores, o saber sacarle partido a las positivas como algo a imitar, requiere también de un buen dominio del factor mental.
- Ilusiones, expectativas; también juegan un papel primordial. Sin ellas el estudio se convierte en un mero trámite que facilita la desconcentración y por supuesto la falta de motivación hacia lo que se está trabajando en ese momento. Hay que saber tener expectativas, ilusiones o motivaciones que se conviertan por sí mismas en un motor clave para el éxito académico.
- Actuación ante las dificultades; hay estudiantes que ante materias que ven como complicadas se rinden fácilmente, las tratan como casi imposibles, inabordables. Y lo cierto es que no es así en la mayoría de las ocasiones, hay que actuar de forma distinta, no desde el rendimiento fácil, sino desde la búsqueda de recursos propios que le ayuden a superar dichas dificultades. Sobre todo hay que saber encontrar esa motivación mental que se convierta por sí misma en un gran empuje de cara a esas asignaturas que más pueden costar.
Se podrían seguir enumerando más variables de gran calado en el estudio y todas ellas relacionadas con el aspecto mental, sin embargo, las indicadas y otras tienen un nexo que las une, cómo es ese estudiante, cómo se toma cosas, cómo es de luchador o no….
Es necesario pues dominar estrategias de estudio, pero también controlar el aspecto mental. Ponerse para ello en manos de psicólogos colegiados especializados en técnicas de estudio es sin lugar a dudas una buena opción para crecer a nivel de técnicas de estudio y a nivel mental de confianza en sí mismo.