Las metas logradas o no alcanzadas
En éstos momentos en los que ya se comienzan a conocer los resultados académicos un aire de alegría o decepción llega a cada estudiante y a sus familiares.
Alegría por el deber cumplido, por la propia satisfacción de ver unas buenas notas reflejadas en el expediente académico, por poder compartirlas con las personas importantes de su entorno, por las posibilidades académicas que puede abrirle, y por tantas y tantas cosas.
Decepción, por quedarse quizás cerca del logro, por tener que volver a estudiar determinadas asignaturas, por lo que el entorno esperaba y no se logró, por posibles cambios de planes, por sentimientos de impotencia, y por tantas y tantas cosas que verdaderamente sólo sabe quien ha querido y no ha podido lograrlo.
Es esto último «ha querido y no ha podido lograrlo» lo que puede hacer un verdadero daño al estudiante. Reflexionemos sobre ello; es muy diferente no alcanzar las metas propuestas porque no se ha realizado el esfuerzo oportuno, que no alcanzarlas tras haberse esforzado; es en este caso cuando el estudiante debe intentar por todos los medios no caer en un excesivo desánimo y posible desvaloración de su persona como estudiante.
No es fácil, y es posible que necesite ayuda emocional de su entorno inmediato, pero también es necesario saber buscar qué ha pasado, qué ha originado que ese esfuerzo no tenga su premio.
Es en este caso cuando se debe acudir a una ayuda profesional que le permita revisar su método de estudio e ir fortaleciendo su autoestima académica. Es quizás el momento de no decaer y ponerse en manos de psicólogos especializados en la enseñanza de técnicas de estudio.