Cuando se tienen hijos lo normal es que a los padres todo les parezca poco para ayudarles a salir adelante en su vida, en cada etapa que atraviesan.
Apoyo en la búsqueda de amistades «positivas», desarrollo evolutivo y madurativo adecuado, estudio responsable…. en todo eso y en mucho más los padres se implican hasta donde buenamente pueden por sus hijos.
Sin embargo, a veces ocurre que los hijos no corresponden a tal implicación de los padres, lo que repercute en varios aspectos de la vida y por supuesto en el académico.
En concreto en la enseñanza de técnicas de estudio, es usual que padres acudan a entrevistas informativas para conocer dinámicas y metodologías, y pareciéndoles bien la explicación que se les da, les transmitan a sus hijos la necesidad de hacer tal curso.
Esos hijos reciben generalmente de buen agrado la noticia y una vez que realizan el curso se muestran muy agradecidos. Sin embargo, un porcentaje muy pequeño de hijos se enfrentan de forma rebelde pensando que para qué y olvidando así la ayuda que siempre les han aportado sus padres.
La experiencia refleja como aun en estas circunstancias el buen hacer de los padres hacia los hijos puede dar lugar a que éstas primeras negaciones reviertan y se transformen en una mejor predisposición. Merece la pena y mucho el insistirles desde el razonamiento, desde el sentido común y desde el objetivo final, de que es un bien para ellos.
Cuando esto se consigue y los hijos deciden «probar» la enseñanza de una Método de Estudio que además es acorde y adaptada lo agradecen mucho y se alegran enormemente de la insistencia que han tenido sus padres.
Y es que el único requisito para que todo acabe positivo es tener paciencia con los hijos y ponerse en manos de psicólogos profesionales de la enseñanza… si ello se logra y con el buen hacer de unos y otros todo habrá merecido la pena!!