El estado anímico juega un papel esencial en cualquier aspecto de nuestra vida, y así es también en los estudios, es difícil a veces separar estudiar del ánimo que se tiene en ese momento.
Es evidente que todo aquél estudiante que por el motivo que sea no tenga un estado anímico «positivo» va a pagar un precio importante en la efectividad de su tiempo de estudio; seguramente se llevará horas delante de los libros y pocas serán las que realmente les resultes productivas. Es difícil a veces solucionar el motivo que genera un estado de ánimo alicaído, dependiendo de lo que lo origine puede resultar más trascendental o menos en el estudio. Complicado asunto si se trata sobre todo de un estado bajo debido a cuestiones importantes para el estudiante.
Sin embargo, y teniendo presente ese matiz de importancia que cada uno valora de forma muy personal, hay una cuestión que puede ayudar a desligar en cierta medida el estado anímico del momento que se está atravesando del estudio. Hablamos de saber darle a cada cuestión su verdadero espacio, su momento.
Evidentemente hay cuestiones que no se pueden resolver de la noche a la mañana, pero sí es posible saber distinguirlas, si bien la cabeza del estudiante puede estar centrada en eso que le preocupa, debe también aprender a darle al estudio el tiempo que requiere, pues ambas, preocupación y estudios no deben estar reñidas salvo que sea por algo realmente importante trascendental.
Saber separar preocupación de tiempo de estudio es algo que se aprende, que tiene sus recursos y estrategias, es algo que todo buen curso de técnicas de estudio debe contener entre la diversa materia a transferir al estudiante.
Escuchar y entender al alumno en lo que le preocupa y ocupa es algo a lo que debe saber llegar un buen profesional de la psicología especializado en métodos y estrategias de estudio.
